El
icono o ícono es una imagen, mayoritariamente en forma de cuadro, que
tiene importancia religiosa. En la tradición cristiana, en los iconos se
pintan imágenes de Jesucristo, la Virgen, santos, ángeles, episodios de la Sagrada
Escritura, de la vida de los santos y otros personajes. Según el dogma,
aprobado ya en el siglo VIII y reconocido por las Iglesias católicas romana y
ortodoxa, el respeto al icono significa el respeto a la imagen representada, y
por eso no se trata de idolatría.
La
diferencia principal entre los iconos y la pintura de temática religiosa —que
también existe en la cultura ortodoxa— es que el icono, aun siendo una obra de
arte, es un objeto sagrado, tiene una fuerza particular y dedicada, sobre todo,
para la oración, no para la simple contemplación. Al mismo tiempo, los iconos
antiguos tienen también valor histórico y artístico, y muchos de ellos son
obras maestras universalmente reconocidas. La fuerza particular de los iconos
se explica porque, según el punto de vista de la Iglesia, en la imagen
consagrada del santo está presente el santo mismo, así como Dios estaba
presente en su encarnación humana: Jesucristo.
Aunque
el fenómeno de los iconos pintados también existe en el catolicismo romano, es
mucho más típico en todas las iglesias ortodoxas, incluida la rusa. Sin iconos
no se puede imaginar ni un templo ortodoxo, ni tampoco la casa de ningún
creyente. Uno de los primeros pintores de iconos fue el evangelista san Lucas,
que realizó el retrato de Nuestra Señora cuando aún vivía.
El
arte de los iconos llegó a Rusia junto con el mismo cristianismo, es decir,
hace más de mil años. Sin embargo, al principio, todos los pintores eran
griegos porque en el Imperio Bizantino ya existía la tradición secular de
pintura religiosa. El primer iconógrafo ruso fue el monje del Monasterio de las
Cuevas de Kiev, Alipi, fallecido en 1114.
El
florecimiento del arte de los iconos en Rusia llegó a fines del siglo XIV
y comienzos del siglo XV, cuando los más famosos pintores de la Rusia
antigua, Teófanes el Griego, Andréi Rubliov y
Dionisio, crearon sus obras maestras. Las obras de Rubliov se consideran la
cumbre del arte medieval ruso y están entre los objetos de mayor valor del
famoso museo de arte ruso Galería Tretiakov de Moscú. Además de los iconos, se
pintaban frescos en las paredes de los templos, pero estos no tenían
importancia sagrada y servían para el embellecimiento del templo e instrucción
de los fieles.
El
Renacimiento, que engendró la pintura laica en Europa, no llegó hasta Rusia
hasta el siglo XVIII, cuando el primer emperador ruso, Pedro el Grande, emprendió la europeización del país. La
tradición de la pintura de iconos se hizo tan fuerte que sobrevivió no solo a
la época de Ilustración y el siglo XIX, sino también al ateísmo oficial de los
tiempos soviéticos, y renació en nuestros tiempos, en los que se construyen y
restablecen muchas iglesias en todo el país.
Uno
de los principios más importantes de la pintura de iconos es la observación de
cánones. Mientras en la pintura occidental desde la época del Renacimiento
existió la tendencia a la individualidad, que contribuyó a aproximar la pintura
religiosa a la laica (al menos en apariencia), en los iconos rusos siempre ha
estado vigente la conservación de las tradiciones medievales, lo que hoy en día
da a estas obras de arte una espiritualidad particular. Tiene valor ya no el
espíritu innovador o la fantasía del pintor, sino su habilidad para mantener y
reproducir la forma ideal elaborada durante los siglos. Eso no significa que
nada nuevo pueda aparecer en los iconos modernos. Por ejemplo, en los que
representan la muerte de monjes y sacerdotes mártires durante la represiones en
la década de los años 30, se puede ver incluso a los soldados del Ejército Rojo
que disparan a los religiosos. Sin embargo, la técnica y manera de la pintura
sigue invariable.
Otro
rasgo característico de este arte es la simbología. Todo en la pintura tiene
algún sentido, incluidos los colores usados y la posición de las manos de
Cristo o de los santos. Antiguamente este idioma de los símbolos era fácilmente
comprensible para todos, pero ahora la mayoría de la gente no sabe
interpretarlo. Uno de los símbolos más importantes es el círculo, que significa
eternidad, y puede verse en muchos iconos que representan a Cristo y la Virgen.
Además, en los iconos frecuentemente se puede ver la perspectiva inversa, lo
que significa la apertura a Dios y al infinito.
También
los colores tienen una fuerte simbología. El dorado es el color de Dios y su
luz; el rojo es el color del amor y la vida, y por eso se usa en las imágenes
de la Resurrección de Cristo, pero al mismo tiempo es el color de la sangre y
el sufrimiento, y por eso los mártires son representados con ropajes de color
rojo; el blanco es el color de la pureza divina y la santidad; el azul es el color
del cielo y del otro mundo; el verde es el color de la naturaleza y la juventud
y se usa a menudo en los iconos dedicados a la Navidad.
Los
iconos en Rusia tradicionalmente se pintan sobre una tabla de madera,
habitualmente de tilo. Los tamaños varían de los minúsculos, que se pueden
meter en un monedero, a los de tamaño natural, que se colocan en los iconostasios
de las grandes catedrales. Sin embargo, existen los iconos pintados en papel o
lienzo, en la pared, esculpidos o bordados y los confalones usados durante las
procesiones.
Durante
dos mil años de historia del cristianismo surgieron cientos de imágenes, entre
las cuales se pueden distinguir algunos tipos más extendidos. Son los iconos
que representan el dogma de la Santísima Trinidad, los iconos de diferentes
representaciones de Cristo, los iconos de Nuestra Señora, los iconos de los
santos, los dedicados a las fiestas cristianas, los que representan algunos
episodios de la historia sagrada o de la vida de los santos y los alegóricos.
Los
iconos de más valor pueden tener cubiertas metálicas que también son obras de
arte de orfebrería y joyería. En estos se pueden ver solo las partes más
importantes, habitualmente los rostros y las manos de los santos, mientras que
el resto está cubierto por el metal.
Aunque
los ortodoxos creen que todos los iconos consagrados son receptáculos de los
santos representados, algunos de ellos son más venerados que otros. Los más
famosos son los llamados iconos milagrosos, a los cuales se les atribuyen
diversos milagros, desde curaciones hasta victorias bélicas. Por esa razón son
especialmente venerados y adorados. Peregrinos de todo el país y del extranjero
los visitan. Desde los tiempos soviéticos algunos antiguos iconos milagrosos se
conservan en museos estatales, lo que entristece a los feligreses.
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