lunes, 8 de febrero de 2016

GUERRA POLACO-RUSA (1605-1618)

Guerra polaco-rusa (1605-1619)
Las principales batallas marcadas con una equis

La Guerra polaco-rusa (1605-1618) o Guerra polaco-moscovita tuvo lugar a principios del siglo XVII como una secuencia de conflictos e invasiones hacia el este llevadas a cabo por la Mancomunidad de Polonia-Lituania, o por ejércitos privados y mercenarios liderados por los magnates (la aristocracia de la Mancomunidad), en un momento en que el Zarato Ruso estaba desgarrado por una serie de guerras civiles -un periodo conocido en la historia rusa como el Período Tumultuoso- provocadas por la crisis dinástica rusa y el caos interno general. Los bandos y sus objetivos cambiaron varias veces durante el conflicto: la Mancomunidad no estuvo formalmente en guerra con Rusia hasta 1609, y varias facciones rusas luchaban entre ellas, aliadas con la Mancomunidad u otros países o luchando contra ellos. Suecia también participó en el conflicto durante la Guerra de Ingria (1610-1617), a veces aliada con Rusia, y otras en su contra. Los objetivos de las diversas facciones cambiaron frecuentemente, en una escala que va desde pequeños cambios fronterizos, intentar imponer en el trono ruso a los reyes polacos o a impostores apoyados por Polonia o incluso la creación de un nuevo estado formando una unión entre la Mancomunidad y Rusia.

La guerra puede ser dividida en cuatro etapas. En la primera etapa, algunos szlachta (nobles), animados por algunos boyardos rusos -pero sin el consentimiento del rey polaco Segismundo III Vasa- intentaron explotar la debilidad rusa e intervenir en su guerra civil apoyando a los impostores (fingían ser el zarévich Dimitri Ivánovich de Rusia) que reclamaban el trono del zar de Rusia, Dimitri I "El Falso" y posteriormente Dimitri II "El Falso", contra los zares coronados Borís Godunov y Vasili Shuiski. La primera iniciativa de intervención polaca empieza en 1605 y acaba en 1606 con la muerte del primer falso Dimitri. La segunda iniciativa empieza en 1607 y dura hasta 1609, cuando el zar Basilio IV hizo una alianza militar con Suecia. En respuesta a esta alianza, el rey polaco Segismundo III decide intervenir oficialmente y declarar la guerra a Rusia, queriendo debilitar al aliado de Suecia y obtener concesiones territoriales.

Después de las primeras victorias de la Mancomunidad (Batalla de Klúshino), que culmina con las fuerzas polacas entrando en Moscú en 1610, el hijo de Segismundo, el príncipe Vladislao, fue brevemente elegido zar. De todos modos, Segismundo, poco después, decidirá adquirir el trono ruso para sí mismo. Esto inquieta a los boyardos pro-polacos, quienes podrían aceptar al moderado Vladislao pero no al pro-católico y anti-ortodoxo Segismundo. Como consecuencia, la facción pro-polaca boyarda desapareció, y la guerra se continuó en 1611, siendo las tropas polacas expulsadas de Moscú, aunque consiguieron la importante plaza de Smolensk. Al fin, debido a problemas internos tanto en la Mancomunidad como en Rusia, las hostilidades militares se redujeron entre 1612 y 1617, momento en el que Segismundo lleva a cabo un último intento de conquistar Rusia, que fracasa. La guerra finalmente acaba en 1618 con la Paz de Deúlino, que otorga a la Mancomunidad ciertas concesiones territoriales, pero no con el control sobre Rusia, la cual sale de la guerra con su independencia intacta.

Denominaciones de la guerra

Se conoce este conflicto por varias denominaciones, aunque comúnmente se le llama Guerra ruso-polaca, con el término moderno Rusia en lugar del término antiguo Moscovia. En la historiografía polaca, las guerras son denominadas usualmente Dimitríadas: la Primera Dimitríada (1605-1606), la Segunda Dimitríada (1607-1609) y la Guerra Polaco-Moscovita (1609-1618), que puede a su vez ser dividida en dos partes, 1609-1611 y 1617-18, aunque en algunas ocasiones no se incluya esta última, y se la conozca como la Campaña moscovita de Chodkiewicz. De acuerdo a la historiografía rusa, los acontecimientos caóticos de la guerra se incluyen en el Período Tumultuoso. El conflicto con los polacos es comúnmente nombrado como la Invasión polaca, la Intervención polaca o, más específicamente la Intervención polaca de principios del siglo XVII.

Antecedentes de la guerra

A finales del siglo XV y principios del XVI, Rusia estaba en un estado de crisis política y económica. Después de la muerte del zar Iván IV ("el Terrible") en 1584, y la muerte de su hijo menor, el zarévich Dimitri en 1591, varias facciones competían por el trono del zar. En 1598, Borís Godunov fue coronado como zar, marcando el final del gobierno de la dinastía Rúrika, que duraba ya siglos. Mientras que sus políticas fueron moderadas y bien intencionadas, su gobierno estuvo manchado por la percepción general de que su legitimidad como zar era cuestionable y las supuestas alegaciones sobre su participación en el asesinato que puso fin a la línea rúrika, el del pequeño Dimitri. Mientras que Godunov supo mantener a la oposición bajo su control, no fue capaz de aplastarla completamente. Como añadidura a sus problemas, los primeros años del siglo XVII fueron extremadamente fríos. La caída de temperatura se sintió por todo el mundo, probablemente causada por la erupción de un volcán en Sudamérica. En Rusia, este enfriamiento, resultó en una gran hambruna, que devastó el país entre 1601 y 1603.

A finales de 1600, una embajada polaco-lituana encabezada por el Gran Canciller de Lituania Lew Sapieha conjuntamente con Eliasz Pielgrzymowski y Stanisław Warszycki llegó a Moscú proponiendo una alianza entre la Mancomunidad y Rusia, que incluiría una futura unión personal. Proponía que tras la muerte de uno de los monarcas sin herederos, el otro se convertiría en el gobernante de ambos países. El zar Godunov declinó la propuesta de unión y únicamente accedió a extender la tregua de la Paz de Jam Zapolski -que había puesto fin a las Guerras Moscovita-Lituanas del siglo XV- durante 22 años más (hasta 1622).

Segismundo y los magnates de la Mancomunidad eran conscientes de que no serían capaces de llevar a cabo ninguna invasión seria de Rusia, ya que su ejército era demasiado pequeño, su tesoro estaba siempre vacío, y la guerra carecía del apoyo popular. De todos modos, al ver la situación en Rusia deteriorada, el rey y algunos de los magnates -especialmente aquellos que poseían tierras y fuerzas cerca de la frontera, comenzaron a vislumbrar una manera de sacar provecho del caos y de la debilidad de su vecino oriental. Estos planteamientos se demostraron de fácil realización, ya que mientras tanto, muchos boyardos rusos, descontentos con la guerra civil vigente, intentaron convencer a varios vecinos, incluyendo a la Mancomunidad, para que intervinieran. Algunos de ellos buscaban su propio provecho, intentando organizar sus apoyos para su propia ascensión al trono ruso. Otros, animados por la atractiva Libertad Dorada que regía las relaciones entre la aristocracia en la Mancomunidad, planearon, conjuntamente con algunos políticos polacos, la manera de llegar a algún tipo de unión entre los dos Estados. Aun otros boyardos, intentaron ligar su destino al de Suecia en lo que sería conocido como Campaña De la Gardie y la Guerra de Ingria.

Los partidarios de una unión de Polonia-Lituania con Rusia propusieron una unión, similar a la Unión de Lublin original polaco-lituana, que incluyera una política de exteriores y militar común; el derecho para la nobleza de elegir el lugar donde vivir y donde comprar terrenos; la retirada de las barreras para el comercio y el tránsito; la introducción de una moneda común; incrementar la tolerancia religiosa en Rusia (especialmente el derecho a construir iglesias de confesiones no-ortodoxas); y el envío de los hijos de los boyardos a academias más avanzadas polacas (como la Universidad Jagellónica). de todos modos, este proyecto no tuvo nunca muchos partidarios, muchos boyardos temían que la unión con la predominantemente católica Polonia-Lituania pondría en peligro las tradiciones ortodoxas rusas, por lo que se oponían a cualquier cosa que amenazara la cultura rusa, especialmente en lo referente a las medidas orientadas a reducir la influencia de la Iglesia Ortodoxa, los matrimonios interconfesionales y la educación en las escuelas polacas que ya habían llevado a la polonización de las tierras rutenas bajo control polaco.

La invasión polaca (1605–1606)

Durante la mayoría de su reinado en el siglo XVII, Segismundo III estuvo ocupado en problemas internos, como la guerra civil en la Mancomunidad, las guerras con Suecia y las guerras en Moldavia. A pesar de todo, cuando el impostor Dimitri I "El Falso" apareció en Polonia en 1603, encontró rápidamente el apoyo entre poderosos magnates como Michał Wiśniowiecki o Lew y Jan Piotr Sapieha, quienes le financiaron para la campaña contra Godunov. Los magnates esperaban conseguir ganancias materiales de la campaña y el control de Rusia mediante el falso Dimitri. Por añadidura, tanto los magnates polacos como los boyardos rusos tenían planes para la unión entre la Mancomunidad y Rusia, de una manera similar a la que Lew Sapieha había planteado a Godunov y éste había rechazado en 1600. Finalmente, los partidarios del catolicismo vieron en Dimitri un medio para extender la influencia de su iglesia hacia el este. De hecho, tras sus promesas de una entidad ruso-polaca dominada por los católicos entablando una guerra con el Imperio otomano, los jesuitas también le dieron fondos y educación. Aunque Segismundo declinó el apoyar a Dimitri oficialmente con el poder de la Mancomunidad, el rey polaco estaba siempre dispuesto a respaldar iniciativas procatólicas y le proveyó con 4.000 złoty -suficiente para unos pocos centenares de soldados. Sin embargo, algunos de los partidarios de Dimitri, especialmente entre aquellos involucrados en la rebelión, activamente se esforzaron en conseguir que Dimitri reemplazara a Segismundo. A cambio, en junio de 1604 Dimitri prometió a la Mancomunidad "la mitad del territorio de Smolensk". De todos modos, mucha gente contemplaba escépticamente el futuro de esta empresa. Jan Zamoyski, opuesto a la mayoría de las políticas de Segismundo, posteriormente comentaría el asunto de Dimitri "El Falso" como una "comedia digna de Plauto o Terencio".

Dimitri I El Falso entra en Moscú el 20 de junio de 1605


Cuando Borís Godunov oyó hablar sobre el pretendiente, proclamó que aquel hombre no era más que un monje huido llamado Grigori Otrépiev, aunque la información en la que se basó para hacer esta afirmación no está clara. El apoyo de Godunov entre los rusos empezó a desvanecerse, especialmente al esforzarse a difundir contra rumores. Algunos de los boyardos rusos también empezaron a respaldar a Dimitri, con la intención de no pagar impuestos a Godunov.

Dimitri atrajo a unos cuantos seguidores, formando un pequeño ejército, que juntamente con 3.500 soldados de los ejércitos privados de los magnates de la Mancomunidad y los mercenarios comprados con su propio dinero, se pusieron en camino a Rusia en junio de 1604. Algunos de los demás enemigos de Godunov, como aproximadamente 2.000 cosacos del sur, se unieron a las fuerzas de Dimitri en su camino a Moscú. Estas fuerzas se enfrentaron en dos ocasiones a los soldados rusos; en la primera ocasión, en Nóvgorod-Síverski, venció Dimitri consiguiendo poco después el control de Chernígov, Putivl, Sevsk, y Kursk; en la segunda, la Batalla de Dobrýnichi perdió, quedando su ejército prácticamente desintegrado. La causa de Dimitri se salvó sólo por las noticias de la muerte del zar Borís Godunov.

La muerte repentina del zar el 13 de abril de 1605, supuso la retirada del principal obstáculo para los avances de Dimitri. Las tropas rusas empezaron a pasarse al bando de este último, de modo que el 1 de junio los boyardos de Moscú encarcelaron al recientemente coronado zar Teodoro II, el hijo de Borís, y a su madre, asesinándolos poco después. El 20 de junio el impostor hizo su entrada triunfal en Moscú, siendo coronado zar el 21 de julio por un patriarca de su propia elección, Ignacio, quien, como obispo de Riazán, había sido el primer jerarca eclesiástico en reconocer a Dimitri como zar. La alianza con Polonia fue reforzada por su matrimonio (per procura, con un representante, en Cracovia) con la hija de Jerzy Mniszech, Marina Mniszech, una noble polaca de la que Dimitri se había enamorado durante su estancia en Polonia. La nueva zarina ofendió a muchos rusos al rechazar convertirse a la fe ortodoxa rusa. El rey de la Mancomunidad, Segismundo, fue un preeminente invitado a su boda. Marina pronto marcharía para Moscú para unirse a su marido, donde sería coronada como zarina en mayo.

A pesar de que el gobierno de Dimitri no tuvo muchos fallos o equivocaciones significativas, su posición era débil. Muchos boyardos sintieron que podrían ganar más influencia o incluso el trono para ellos mismos, y muchos también se sentían cautelosos ante los avances de la influencia cultural polaca, especialmente en vista de la dominación creciente sobre su corte de los extranjeros que había traído consigo de Polonia. Las Libertades Doradas, que declaraba como iguales a todos los nobles, eran respaldadas por la nobleza menor, pero amenazaban a los boyardos más poderosos. Así, los boyardos, encabezados por el príncipe Vasili Shuiski, empezaron a conspirar contra Dimitri y su facción pro-polaca, acusándolo de homosexual, de difundir el catolicismo y las costumbres polacas, y de vender Rusia a los jesuitas y el Papa. Ganaron apoyo popular, especialmente a raíz del hecho que Dimitri se protegía con unos cientos de soldados irregulares de la Mancomunidad, que todavía estaban guarnecidos en Moscú, y se habían visto involucrados en varios actos criminales, hecho que agitaba las iras de la población local.

En la mañana del 17 de mayo de 1606, unas dos semanas después del matrimonio, los conspiradores entraron en el Kremlin. Dimitri intentó escapar por una ventana pero se rompió una pierna en la caída. Uno de los conspiradores le disparó y mató allí mismo. Al principio hubo disputas sobre qué hacer con el cuerpo, pero finalmente fue quemado. Sus cenizas fueron disparadas con un cañón hacia Polonia. El reinado de Dimitri había durado meramente diez meses. Vasili Shuiski lo reemplazó como zar. Alrededor de quinientos partidarios de Dimitri fueron ejecutados, encarcelados u obligados a abandonar Rusia.

La segunda invasión (1607–1609)

El zar Vasili Shuiski era impopular y su posición era débil, de modo que su zarato fue inestable. La guerra civil continuó, al parecer en 1607 Dimitri II "El Falso", de nuevo apoyado por algunos magnates polacos y "reconocido" por Marina Mniszech como su primer marido. Esto le brindó el respaldo de los magnates que habían estado del lado de Dimitri I. Adam Wiśniowiecki, Roman Różyński y Jan Piotr Sapieha decidieron ayudarle también con fondos y unos 7.500 soldados. El saqueo al que se entregaba su ejército, especialmente los mercenarios de la Lisowczycy comandados por Aleksander Lisowski, dio lugar a una proclama en Sérguiev Posad que decía. "tres plagas: tifus, tártaros y polacos." En 1608, juntamente con unos centenares de cosacos del Don encabezados por Aleksander Kleczkowski, algunos szlachta y mercenarios, derrotaron al ejército del zar Shuiski comandado por Zajari Liapunov e Iván Jovanski cerca de Zaraisk, capturando Mijáilov y Kolomna. Entonces la Lisowczycy avanzó hacia Moscú, siendo derrotada en Medvezhi Brod por Vasili Buturlín, perdiendo la mayoría de su botín. Al fracasar Sapieha en el sitio del Monasterio de la Trinidad y de San Sergio, la Lisowczycy se retiró a las cercanías de Rajmántsevo, aunque, de todos modos, obtuvieron éxitos en los saqueos de Kostromá, Soligálich y algunas otras ciudades.

Defensa del Monasterio de la Trinidad y de San Sergio


Dimitri rápidamente capturó Karáchev, Briansk y otras ciudades. Recibió refuerzos de los polacos, y en primavera de 1608 marchó hacia Moscú, derrotando a las tropas del zar en Bóljov. Las promesas de Dimitri de la total confiscación de las tierras de los boyardos puso a mucha gente humilde de su lado. El pueblo de Túshino, a unos doce kilómetros de la capital, se convirtió en un campamento armado, donde Dimitri reunió a su ejército. Sus fuerzas originalmente incluían 7.000 soldados polacos, 10.000 cosacos y 10.000 otros soldados, en los que se incluían antiguos miembros de la fracasada rebelión de Zebrzydowski pero su fuerza fue incrementándose hasta alcanzar unos 100.000 soldados. Elevó a Fiódor Nikítich Románov al rango de Patriarca, con el nombre de Patriarca Filareto, ganando la alianza de las ciudades de Yaroslavl, Kostromá, Vólogda, Kashin y otras varias. Su suerte, sin embargo, cambió, al decidir la Mancomunidad tomar una parte más activa en las guerras civiles rusas.

GUERRA POLACO-RUSA (1609–1618)

Victorias polacas (1609–1610)

En 1609 la rebelión de Zebrzydowski terminó al firmar una alianza militar el zar Basilio con Carlos IX de Suecia ese año el 28 de febrero de 1609. El rey de la Mancomunidad Segismundo III, cuyo principal objetivo era recuperar el trono sueco, consiguió permiso del Sejm para declarar la guerra al Zarato Ruso. Vio en esta guerra una excelente oportunidad para expandir el territorio de la Mancomunidad y su esfera de influencia, con esperanzas en que la conquista de la ortodoxa Rusia, supondría asimismo su conversión al catolicismo (en lo que era fuertemente apoyado por el Papa) y le permitiría a su vez derrotar a Suecia. Este plan también le permitió darle un propósito a los numerosos partidarios rebeldes de Zebrzydowski, atrayéndoles con promesas de riqueza y fama al unirse a la campaña en la frontera oriental. Un libro publicado por Paweł Palczwski ese año, Kolęda Moskiewska, comparaba a Rusia con los estados amerindios del Nuevo Mundo, llenos de ciudades doradas fáciles de conquistar. Por otro lado, algunos boyardos rusos le aseguraron su apoyo, ofreciéndole el trono al príncipe Vladislao, hijo de Segismundo III. Previamente, éste no se había mostrado favorable a utilizar su tiempo o el grueso de las fuerzas polacas en el conflicto interno de Rusia, más los nuevos factores de 1609 le hicieron revaluar la situación y cambiar radicalmente su estrategia.

Aunque muchos nobles polacos y soldados estaban luchando para Dimitri II en ese momento, Segismundo y sus tropas no actuaron a favor de la subida al trono de aquél, ya que Segismundo quería a Rusia para él. La entrada de Segismundo en Rusia supuso que la mayoría de los partidarios polacos de Dimitri le abandonaran, lo que contribuyó a su derrota. Una serie de desastres consecutivos indujeron a Dimitri a escaparse del campamento disfrazado de campesino con Marina para refugiarse en Kostromá. Aun así, intentó un nuevo ataque fracasado contra Moscú, aunque tras saber conservar el apoyo de los cosacos del Don, supo lograr el control sobre el sudeste de Rusia. Finalmente, fue asesinado, mientras estaba en un estado de ebriedad, el 11 de diciembre de 1610 por un príncipe tártaro del Kanato de Qasim, Piotr Urúsov, al cual Dimitri había azotado en una ocasión anterior.

Un ejército de la Mancomunidad bajo el mando del hetman Stanisław Żółkiewski, quien se mostraba en términos generales opuesto a este conflicto, pero no podía desobedecer las órdenes del rey, cruzó la frontera, poniéndole sitio a Smolensk, una ciudad importante que Rusia le había conquistado a Lituania en 1514. Smolensk estaba guarnecida por alrededor de 1.000 rusos capitaneados por el voivoda Mijaíl Shéin, mientras que Żółkiewski contaba con 12.000 soldados. Sin embargo, Smolensk tenía una ventaja, poseía una gran fortaleza que había sido construida en 1602 bajo el zarato de Borís Godunov. Para los polacos fue impenetrable, pese al largo asedio, los disparos de la artillería a la ciudad o los intentos de abrir túneles por debajo del foso, hasta el 3 de junio de 1611, cuando lograron tomarla aconsejados por un traidor de nombre Andréi Dedishin.

Mientras tanto, la Lisowczycy había tomado y saqueado Pskov en 1610 y se había enfrentado a tropas suecas que operaban en Rusia participando en la guerra de Ingria. No todos los ataques de la Mancomunidad resultaron ser exitosos. Un ataque temprano a Moscú, llevado a cabo por 2.000 hombres bajo el mando del hetman Jan Karol Chodkiewicz, acabó en fracaso cuando, las tropas, sin paga, se amotinaron y obligaron a su comandante a retirarse a través del corazón de Rusia para volver a Smolensk. Hasta que el príncipe Ladislao llegó con refuerzos la guerra no asumiría un nuevo carácter.

Durante la campaña, varias visiones sobre la misma y objetivos políticos chocaron en el bando polaco. Algunos de los antiguos miembros de la rebelión de Zebrzydowski, opuestos a Segismundo, empezaron a conspirar para destronarle y poner en su lugar a Dimitri o incluso a Basilio IV. Żółkiewski, quien desde el principio se había opuesto a la invasión de Rusia, se encontró en conflicto con el rey sobre el alcance, los métodos y el objetivo de la campaña. Żółkiewski representaba el punto de vista tradicional de la nobleza polaca, los szlachta, que no apoyaban guerras agresivas y peligrosas contra enemigos fuertes como Rusia. Así Żółkiewski estaba a favor de los planes para una unión voluntaria y pacífica, a ejemplo de la de Lituania. Żółkiewski ofrecía a los boyardos rusos derechos y libertad religiosa, visionando una asociación que resultara en la creación de la Mancomunidad de Polonia-Lituania-Moscovia. Para este fin, era de la opinión de que la cooperación de Moscú debía ser ganada por la vía diplomática, no por la fuerza. Segismundo III, sin embargo, no deseaba embarcarse en negociaciones políticas y compromisos, especialmente cuando estos debían suponer concesiones a la Iglesia Ortodoxa. Segismundo era un partidario vocacional (casi fanático) de la Iglesia católica y la Contrarreforma, y creía que podría ganar en todo y tomar Moscú por la fuerza, estableciendo su propio gobierno que fuera de la mano con el gobierno del catolicismo.

Polacos en Moscú (1610)

El 31 de enero de 1610 Segismundo recibió una embajada de boyardos opuestos a Shuiski, quienes pidieron que Ladislao fuera el zar. El 24 de febrero Segismundo les envió una carta en la que mostraba su acuerdo, pero sólo cuando Moscú estuviera en paz. El hetman Żółkiewski (cuya única otra opción era amotinarse) decidió seguir las órdenes del rey y dejó Smolensk, tras recibir refuerzos cosacos, para marchar sobre Moscú, dejando en Smolensk una pequeña fuerza suficiente para sostener el asedio. Como él temía, el hecho de que las fuerzas polaco-lituanas presionaran en el este y saquearan las tierras rusas, unido a la aparente falta de voluntad en el compromiso de Segismundo, hizo que mucho de estos partidarios de los polacos y del segundo falso Dimitri dejaron el bando propolaco y volvieron al de Shuiski.

Las fuerzas rusas, bajo el mando de Grigori Valúyev, se dirigieron a liberar Smolensk, fortificándose en el fuerte de Tsariovo-Záimishche (Carowo, Cariewo, Tsarovo-Zajmiszcze) para parar el avance polaco hacia Moscú. El Sitio de Tsariovo-Záimishche empezó el 24 de junio. Los rusos, por su parte, no estaban preparados para un largo asedio, pues disponían de muy pocas provisiones y agua dentro del fuerte. Volúyev le envió un mensaje a Shuiski para que viniera en su ayuda y levantara el sitio. Las tropas de Shuiski se pusieron en marcha, pero no por la ruta directa, sino dando un rodeo por Klúshino, con la intención de llegar a Tsariovo por la espalda de sus enemigos. En el camino, Shuiski recibió también fuerzas suecas bajo el mando de Jacob Pontusson De la Gardie.

Żółkiewski se enteró de la ofensiva de Shuiski y dividió sus fuerzas para encontrar al contingente ruso antes de que llegaran a Tsariovo y levantó el sitio. Lo levantó durante la noche, de modo que Volúyev no se daría cuenta hasta la mañana. Las tropas de la coalición ruso-sueca fue derrotada el 24 de julio de 1610 en la batalla de Klúshino (Kłuszyn), donde 5.000 jinetes de élite polacos - húsares alados, derrotaron a una fuerza superior en número, alrededor de 35.000-40.000 soldados. Esta sorprendente derrota, dejó en estado de shock a los rusos, abriendo una nueva fase en el conflicto.

Después de las noticias del desastre de Klúshino, el apoyo al zar Shuiski prácticamente desapareció. Żółkiewski poco después convencería a las fuerzas rusas de Tsariovo, que eran mucho más numerosas que las de Klúshino, de que les convenía rendirse y jurar fidelidad a Ladislao. Una vez incorporadas a sus propias fuerzas, se dirigió hacia Moscú. En agosto de 1610 muchos boyardos habían aceptado ya la victoria de Segismundo III y que Ladislao sería el nuevo zar, siempre que se convirtiera a la ortodoxia. La Duma rusa votó la destitución de Vasili Shuiski como zar. La familia de Shuiski fue capturada y a Shuiski se le envió a un monasterio, obligado a permanecer en él bajo vigilancia. Posteriormente sería enviado a Varsovia, como trofeo de guerra, muriendo finalmente en Gostyń.

Poco después de la destitución de Shuiski, tanto Żółkiewski como el segundo falso Dimitri llegaron a Moscú con sus respectivos ejércitos. Era un momento de gran tensión, ya que varias facciones (pro y antipolacos, suecos o clanes de boyardos) intentaban tomar el control temporal de la situación. La propia población, o el ejército, no sabían si debían cerrar y defender la ciudad, o si la que se aproximaba era una fuerza liberadora y debían recibirles como aliados. Después de unas cuantas escaramuzas, la facción favorable a los polacos logró el dominio, los boyardos les abrieron las puertas de Moscú, y le pidieron a Żółkiewski que los protegiera de la anarquía rampante. El Kremlin de Moscú fue ocupado por una guarnición de tropas de la Mancomunidad capitaneadas por Aleksander Gosiewski. El 27 de julio se firmó un tratado por el que se concedían los mismos vastos derechos a los boyardos rusos que a los szlachta polacos, a cambio de que reconocieran a Vladislao, de quince años, como el nuevo zar. Sin embargo, sin que Żółkiewski lo supiera, Segismundo, que permanecía en Smolensk, tenía otros planes.

En ese tiempo, las relaciones entre Żółkiewski y el falso Dimitri, antes aliados, empezaron a romperse. El segundo falso Dimitri había perdido la mayor parte de su influencia sobre la corte polaca, y Żółkiewski, tarde o temprano le tendría que hacer salir de la capital. Como ya se ha comentado, los boyardos previamente había ofrecido el trono a Ladislao al menos dos veces, con la esperanza de acabar con el despotismo con el que gobernaban sus zares y lograr unas políticas más liberales con la Mancomunidad. A través de Żółkiewski, la facción propolaca compuesta por los knyazi Fiódor Mstislavski, Vasili Golitsin, Fiódor Sheremétev, Daniil Mezetski y los diachi Vasili Telepniov y Tomiło Łagowski, logró dominar la situación, de modo que otra vez la gran mayoría de los boyardos se mostraron favorables a Vladislao en el trono, siempre que se convirtiera a la Iglesia ortodoxa, y se devolvieran las fortalezas capturadas por los polacos durante la guerra.

Sin embargo, Segismundo, coincidiendo con el modo de ver de los slazchta más devotos, estaba completamente en contra de la conversión del príncipe. A raíz de esta cuestión, el proyecto de la Mancomunidad de Polonia-Lituania-Moscovia empezó a hacer aguas. Ofendidos por la postura de Segismundo, los boyardos dejaron de apoyar a Vladislao, dividiéndose otra vez en facciones que apoyaban a sus propios candidatos, principalmente a Vasili Golitsin, Mijaíl Románov (de quince años también, como Vladislao), o el segundo falso Dimitri. Żółkiewski actuó rápidamente, prometiendo lo exigido sin el consentimiento del rey, de modo que los boyardos eligieron a Vladislao como zar. El mayor enemigo de Żółkiewski era Fiódor Románov, el padre de Mijaíl y patriarca de Moscú, exiliado de Rusia para salvaguardar los apoyos a Polonia. Después de la elección de Vladisalo, Dimitri huyó de Túshino a Kaluga, donde tenía su base principal. Su posición, aun así, era muy precaria, y fue asesinado por uno de sus hombres el 20 de diciembre. Marina Mniszech, su mujer, llevaba en su vientre un nuevo "heredero" al trono ruso, Iván Dimítriyevich, por lo que seguiría presente en la escena política rusa hasta su muerte en 1614.

La mayor oposición con la que se tuvo que enfrentar Vladislao fue la de su padre. Cuando Żółkiewski se reunió con Segismundo en Smolensk en noviembre de ese año, Segismundo decidió conseguir el trono ruso para él, una decisión que provocaría la oposición de la mayoría de los rusos, ya que éste no ocultaba su voluntad de catolizar Rusia. Żółkiewski se encontró en una posición difícil, ya que había dado su palabra a los boyardos de que mantendría a Vladislao en el trono para asegurarlo para Polonia, y sabía que los boyardos no aceptarían dárselo a Segismundo, que era impopular en Rusia, circunstancia que Żółkiewski le tuvo que explicar al monarca, ya que el rey pensaba que, gracias a sus conquistas en el oeste, tendría fama de gran rey. Żółkiewski, enfadado con el rey, volvió a Polonia. Consiguió de Segismundo el compromiso por el cual le permitía a su hijo el acceder al trono, pero se mantendría él como regente hasta que éste obtuviera la mayoría de edad. Así hacía que los boyardos que habían jurado fidelidad a su hijo, lo hicieran también a él. Los boyardos no se avinieron a prestar este juramento, y el apoyo a los polacos se fue erosionado rápidamente. Vladislao no tuvo posibilidad de tomar el poder realmente, y la guerra se reanudaría poco después. Segismundo y Vladislao se desplazaron a tierras más seguras por la escalada de las tensiones, y la pequeña guarnición polaca en el Kremlin pronto se vería aislada y sometida a una creciente hostilidad, según se iban cambiando de bando los boyardos que les daban respaldo. Las fuerzas polacas a las afueras de Moscú, bajo el mando de Jan Piotr Sapieha se tuvieron que enfrentar a las fuerzas rusas antipolacas del así llamado Primer Ejército de Voluntarios del Pueblo, liderado por Prokopi Liapunov.

La defensa de Smolensk del ataque de los polacos


Mientras tanto proseguía el sitio de Smolensk, incluso habiendo sido Ladislao proclamado zar de Rusia y habiendo jurado fidelidad las ciudades y fuertes de la región. Pero a Segismundo no le bastaba la fidelidad de Smolensk sino que requería que abrieran las puertas a las fuerzas polacas, algo a lo que los rusos no estaban dispuestos. Tras intentos de minar las fortificaciones en diciembre de 1610, sólo consiguieron abrir brecha en la muralla exterior, quedando la interior intacta, continuando el sitio. En un momento dado, las tropas del voivoda de Bracław se internaron por una brecha en el muro exterior, pero los rusos ya la habían previsto, fortificando la zona con hombres adicionales, y, por tanto, consiguiendo rechazar el ataque polaco.

La guerra se reanuda (1611)

La tolerancia rusa a la intervención de la Mancomunidad llegó a su fin con una revuelta en Moscú contra la guarnición polaca del Kremlin. Los ciudadanos de Moscú habían participado voluntariamente en el golpe de 1606, matando a 500 soldados polacos. Ahora, bajo el gobierno de los polacos, se rebelaron otra vez. Los ciudadanos de Moscú tomaron el depósito de munición, pero las tropas polacas consiguieron rechazar la primera oleada de atacantes, resultando la lucha en un incendio que consumió gran parte de Moscú. De julio en adelante la situación de las fuerzas de la Mancomunidad se tornó grave, al convertirse la revuelta en un asedio al Kremlin. Los polacos encarcelaron al líder de la Iglesia ortodoxa rusa, el Patriarca Hermógenes. Cuando los rusos atacaron Moscú, los polacos le ordenaron, como máxima autoridad entre los rusos en aquel tiempo, que firmara un documento llamando al alto el fuego. Hermógenes se negó, y fue privado de alimento hasta que murió de inanición. La guarnición polaca se encontró entonces sitiada.

El Patriarca Hermógenes rechazando a los polacos que lo forzaban a firmar el documento


Mientras tanto, a finales de 1611, el príncipe Dimitri Pozharski fue elegido para capitanear la oposición pública a los polacos, organizada por el gremio de mercaderes de Nizhni Nóvgorod, con la supervisión de los fondos donados para la creación del Segundo Ejército de Voluntarios (en ruso Второе народное ополчение) a cargo del respetado carnicero de la ciudad Kuzmá Minin. Cuando parte de ejército polaco se amotinó en enero de 1612 debido a los salarios impagados, y empezaron a retirarse hacia la Mancomunidad, las fuerzas del ejército de voluntarios reforzaron a las fuerzas antipolacas en Moscú. El ejército de 9.000 soldados bajo el mando del hetman Jan Karol Chodkiewicz intentaron levantar el asedio y se enfrentaron con las fuerzas rusas, intentando llegar a las fuerzas polacas dentro del Kremlin, el 1 de septiembre. Las fuerzas polacas utilizaban las cargas de caballería en campo abierto, y ahora debía de ejercitar tácticas que eran nuevas para ellos: escoltar un tábor a través de la ciudad. Tras los primeros éxitos para los polacos, los refuerzos cosacos rusos obligaron a las de Chodkiewicz a retirarse de Moscú.

Petición a Dmitri Pozharski para que comande el ejército de voluntarios contra los polacos


Los refuerzos rusos bajo el mando del príncipe Pozharski hicieron que la guarnición se muriera de hambre (hay informes de canibalismo), y así, tuvieron que rendirse el 1 de noviembre (algunas fuentes dan como fecha el 6 o el 7 de noviembre) después de diecinueve meses de asedio. Al día siguiente los soldados polacos se retiraron de Moscú. Aunque la Mancomunidad negoció un salvoconducto, la mitad de los supervivientes de la guarnición fue masacrada por las tropas rusas al salir. De este modo, el ejército ruso recapturó Moscú.

Polacos expulsados de Moscú


Por otro lado, el 2 de junio de 1611 Smolensk por fin había caído ante los polacos. Después de veinte meses de asedio, dos duros inviernos y viendo sus provisiones menguadas, los defensores estaban al límite, y las tropas polaco-lituanas habían entrado ya en la ciudad. Sólo quedaba la fortaleza, y, el ejército polaco, aconsejado por el traidor huido Andréi Dedishin, descubrieron el punto débil de las defensas de la fortaleza. El 13 de julio de 1611, el Caballero de Malta Bartłomiej Nowodworski insertó una mina en el canal de la alcantarilla, cuya explosión creó una gran brecha en los muros de la fortaleza. La fortaleza fue tomada ese mismo día, intentando los soldados rusos restantes refugiarse en la catedral y la volaron con pólvora para evitar la muerte a manos de las fuerzas enemigas. A pesar de haber perdido la importante plaza de Smolensk, esta derrota les dio libertad a las tropas rusas para luchar contra la Mancomunidad en Moscú, pasando el comandante de Smolensk, Mijaíl Shéin, a ser considerado un héroe por haber soportado tanto como pudo. Fue capturado en Smolensk y permaneció prisionero de Polonia-Lituania los siguientes nueve años.

Una nueva tregua (1612–1617)

Después de la caída de Smolensk, la frontera ruso-polaca permaneció tranquila relativamente durante los siguientes años. Sin embargo, no se había firmado ningún tratado. Segismundo, criticado por el Sejm (el parlamento polaco, formado por szlachta, reacios siempre a recoger impuestos entre ellos para el pago de un ejército), por su fallo en el intento de conservar Moscú, y recibió poco dinero para pagar a los soldados. Esto condujo a un motín del ejército regular polaco (wojsko kwarciane), o más bien, el tipo de motín semi-legal practicado en la Mancomunidad: una konfederacja (confederatio). La resultante konfederacja rohaczewska ha sido considerada la más grande y más activa konfederacja de soldados en la historia de la Mancomunidad, y estuvo saqueando las tierras de la Mancomunidad desde 1612 hasta su derrota (de los más rebeldes entre los sublevados) en la batalla de Rohatyn, el 17 de mayo de 1614, pagándose sus salarios al resto. El líder de la konfederacja, Jan Karwacki, fue capturado y enviado encadenado por el futuro hetman Stanisław Koniecpolski a su mentor, el hetman Żółkiewski, y posteriormente fue ejecutado en Lwów. El Imperio otomano también criticaba a Segismundo, porque los cosacos de Ucrania volvían a hacer razzias sin sancionar contra territorio turco. Por eso, los polacos-lituanos no tendrían apoyo de los otomanos en su guerra.

Mientras tanto, el Período Tumultuoso en Rusia no había acabado, y ésta no podía tomar ventaja sobre la debilidad polaca. El 21 de febrero de 1613, la Zemski Sobor ("asamblea de la tierra") nombró a Mijaíl Románov, el hijo de diecisiete años de Fiódor Románov, como nuevo zar. Fiódor, instalado como patriarca Filareto, era un popular boyardo y patriarca de Moscú, uno de los boyardos que pugnaban por conseguir el control del trono ruso durante el Periodo Tumultuoso. Los Románov era una poderosa familia; una hermana de la abuela de Fiódor fue Anastasia Románovna Zajárina, mujer de Iván el Terrible. De todos modos, el nuevo zar tenía muchos enemigos: Marina Mniszech intentó hasta su muerte en 1614 instalar a su hijo como zar de Rusia; varias familias de boyardos que todavía anhelaban el poder, tratando de derrocar al joven zar Miguel; y la intervención sueca que trataba de ganar el trono para el Duque Carlos Felipe, incluso con éxito durante unos meses. Pero Felipe consiguió menos apoyo que Vladislao, y los suecos fueron forzados a retirarse de Rusia.

Mientras ambos países estaban sacudidos por las luchas internas, aparecieron pequeñas facciones. Los mercenarios de la Lisowczycy polaca, que eran esenciales en la defensa de Smolensk en 1612, cuando la mayoría de los soldados regulares se unieron a la konfederacja rohatynska, estuvieron ocupados en guardar la frontera polaca contra las incursiones rusas en los siguientes tres años. De todos modos, en 1615, Aleksander Józef Lisowski consiguió reunir a muchos fuera de la ley e invadió Rusia con seis choragiew de caballería. Sitio Briansk y derrotó a la fuerza de liberación de unos pocos miles de soldados bajo el mando del príncipe Yuri Shakovkói cerca de Karáchev. Entonces Lisowski derrotó también a una fuerza mucho mayor que la suya, la comandada por el príncipe Dimitri Pozharski, quien decidió defenderse y fortificar su campamento en vez de atacar. La Lisowczycy perdió contacto con el resto de sus fuerzas, quemó Beliov y Lijvin, tomó Peremyshl, se dirigió al norte, derrotando al ejército ruso en Rzhev, siguiendo al norte hacia Kashin, quemando Torzhok, y, pesados por el botín, volvieron a Polonia sin otra oposición de las fuerzas rusas. Lisowski y sus hombres permanecieron en la frontera ruso-polaca hasta otoño de 1616, momento en el cual Lisowski súbitamente cayó enfermo para morir el 11 de octubre. A pesar de la muerte de Lisowski, sus fuerzas permanecieron siendo una verdadera amenaza: en 1616 capturaron Kursk y derrotaron a las fuerzas rusas en Bóljov.

Etapa final (1617–1618)

Finalmente, el Sejm de la Mancomunidad votó el pago de los fondos necesarios para continuar las operaciones militares a gran escala. Segismundo y Vladislao iniciaron una nueva campaña al trono el 6 de abril de 1617. Vladislao era el comandante oficial, pero el control real del ejército lo tuvo el hetman Jan Chodkiewicz. En octubre, las ciudades de Dorogobuzh (Дорогобуж, Drohobuż, Drohobycz) y Viazma (Вязьма, Wiaźma) se habían rendido rápidamente, reconociendo a Vladislao como zar. Las fuerzas polaco-lituanas sufrieron derrotas entre Viazma y Mozhaisk, y los planes de Chodkiewicz de contraatacar y avanzar hasta Moscú fallaron. Ladislao no tenía suficientes fuerzas para llegar a Moscú otra vez, especialmente porque en esta ocasión el apoyo ruso que habían tenido otras veces era inexistente. En respuesta a la invasión de Vladislao, los burgueses de la ciudad de Smolensk se rebelaron contra el dominio polaco, de modo que las fuerzas de Vladislao debían de luchar en su retirada de Rusia. Las tropas polacas de la guarnición de Smolensk fueron liberadas por la Lisowczycy, comandada por Stanisław Czapiński. Estos fueron los últimos espasmos de la guerra. Se iniciaron las negociaciones y se firmó un tratado de paz en 1618.

Desenlace

Al final, Segismundo no tuvo éxito en sus planes de convertirse en zar o asegurar el trono para Ladislao, pero fue capaz de expandir el territorio de la Mancomunidad. El 11 de diciembre de 1618 la Paz de Deúlino, que concluyó las guerras Dimitríadas, le dieron a la Mancomunidad el control sobre algunos de los territorios conquistados, incluyendo los territorios de Chernigov y Severia (Siewiersk) y la ciudad de Smolensk, y se pactó una tregua de quince años. Vladislao rechazó el renunciar a sus reclamaciones sobre el trono ruso, incluso cuando Segismundo lo había hecho. A pesar de que a la Mancomunidad está guerra le reportó una ganancia territorial, fue muy costosa en términos de vidas y dinero.

En 1632 la Paz de Deúlino expiró, y las hostilidades inmediatamente se reanudaron con un conflicto conocido como la Guerra de Smolensk. Esta vez la guerra fue iniciada por los rusos, quienes intentaban aprovechar la supuesta debilidad de la Mancomunidad tras la muerte de Segismundo III. No pudieron recuperar Smolensk, debiendo aceptar el Tratado de Poliánovka en 1634. Los rusos tuvieron que pagarle 20.000 rublos a la Mancomunidad, pero Vladislao renunciaba a su reclamación del trono ruso y reconocía a Mijaíl como el zar legítimo de Rusia, devolviendo también el emblema real.

Legado moderno

La historia de las Dimitríadas y los falsos Dimitris se mostró útil para las futuras generaciones de políticos en Polonia y Rusia, ganando mucha fama sendas versiones distorsionadas de los hechos. En Polonia la campaña de las Dimitríadas se recuerda como la cima de la Edad de Oro Polaca, la época en que los polacos capturaron Moscú, cosa que incluso los cuatro millones de tropas de la Alemania Nazi de Adolf Hitler y otras Potencias del Eje no consiguieron. En Rusia fue útil para la siguiente dinastía de zares, los Románov, quienes entendieron que aquella historia era una importante herramienta política, escrita por los vencedores. Intentaron eliminar toda referencia y teoría que los ligara con la creación de los falsos Dimitris, de su cooperación en parte interesada con las intervenciones polacas o suecas, o su oposición a la liberal unia troista; en lugar de ello lo que presentaron fue unas Dimitríadas como una heroica defensa de la nación rusa contra la invasión bárbara de la alianza polaco-jesuita, que intentaba destruir la cultura ortodoxa rusa. Esta es la línea que muestran tanto el famoso historiador ruso Nikolái Karamzín, Aleksandr Pushkin en su "Borís Godunov", o Modest Músorgski en su ópera Borís Godunov. El régimen comunista de la Unión Soviética también encontró en esta guerra una útil herramienta de propaganda, especialmente durante los tiempos de la Guerra Polaco-Soviética. Las Dimitríadas también fueron útiles para la propaganda polaca del régimen autoritario de Józef Piłsudski entre las guerras mundiales.

En la Rusia postsoviética, la única fiesta de otoño, el Día de la Unidad Popular, el 4 de noviembre, conmemora la revuelta popular que echó a la fuerza invasora extranjera de Moscú en noviembre de 1612, y más generalmente el fin del Período Tumultuoso y las intervenciones extranjeras en Rusia. Su nombre alude a la idea de que todas las clases de la sociedad rusa se unieron de buena voluntad para preservar el Estado ruso cuando su colapso parecía inevitable, incluso cuando no había zar o patriarca para guiarlos. Coincide con la festividad de la Virgen de Kazán. En 2007 este episodio fue descrito en la película “1612” del director ruso Vladímir Jotinenko.

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