Boyardo
(en ruso y ucraniano Боярин) es el título de los nobles terratenientes eslavos,
aunque se emplea sobre todo en el ámbito ruso, serbio, búlgaro y rumano
(incluyendo Moldavia).
Posteriormente,
en Rusia se asocian a una nobleza rural que se caracterizaba por su
indumentaria particular: abrigos largos de brocado y terciopelo, forrados de
pieles, llegando hasta los pies, altos gorros de marta cibelina y largas
barbas.
Desde
los días del Rus de Kiev, los boyardos eran los jefes de grandes clanes
familiares, que podían movilizar bajo su liderazgo a grandes masas de hombres
para prestar servicios militares a los príncipes de Kiev. Pese a la decadencia
de Kiev, los boyardos consiguieron mantener su influencia gracias a la
conquista y explotación de las tierras fértiles de sus vecinos más débiles.
Asimismo,
en la etapa de expansión del principado de Moscovia, los boyardos seguían
conservando su influencia política y económica, así como una casi completa
autonomía, lo cual entraba en conflicto con la expansión del poderío de los
mismos príncipes moscovitas, quienes teóricamente tenían a los boyardos bajo su
dominio. No obstante, en el reinado de Iván IV conocido como Iván el Terrible,
los boyardos fueron realmente sometidos violentamente al control político y
militar de Moscú, quedando suprimida gran parte de su antigua autonomía, por
cuanto Iván el Terrible creó un poderoso cuerpo de tropas que sólo a él rendía
cuentas de sus actos, la Opríchnina, debilitando así las fuerzas bélicas de
cada boyardo, también se les atribuye la muerte de la madre Zar.
A
partir del reinado de Pedro I el Grande, a inicios del siglo XVIII, se produjo
un revolucionario cambio en las costumbres e indumentaria de los boyardos,
imponiéndose la costumbre occidental de los trajes europeos, el uso de peluca,
afeitarse la barba, etc. También se impuso en Rusia el uso de los títulos
nobiliarios europeos.
Otra
modificación importante del reinado de Pedro I fue la mayor dependencia de los
boyardos respecto del propio zar, de modo que su prestigio y poder (ya
disminuidos en comparación a siglos pasados) no dependía sólo de su destreza
militar o riqueza personal, sino de los servicios prestados al Imperio ruso y
su lealtad personal al zar.
Al
establecerse la Tabla de rangos por orden del soberano, toda la nobleza rusa
quedó dividida en estratos muy diferenciados, siendo posible el ascenso o
descenso en dicha escala mediante el desempeño en servicio del zar, fijándose
además como deber máximo de los nobles mostrar lealtad total a su soberano;
esto era más importante cuando, como producto de las reformas efectuadas por
Pedro I el Grande, a diferencia de los antiguos príncipes de Moscú o Kiev, sí
tenía la posibilidad real de castigar severamente a cualquier boyardo reacio a
sus órdenes.
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