Iván
III Vasílievich (Иван III Васильевич) (22 de enero de
1440-27 de octubre de 1505), también conocido como Iván el Grande, fue gran príncipe de Moscú y el primero en adoptar
el título de «gran príncipe de toda Rusia». En ocasiones se refieren a él como
el «unificador de las tierras rusas», ya que cuadriplicó su territorio y
proclamó Moscú como la Tercera Roma. Construyó el Kremlin de Moscú y creó
instituciones para asegurar la autocracia. Fue también el protagonista del
reinado más largo de la historia de Rusia.
Los
padres de Iván fueron Basilio II y Maria de Bórovsk. Fue corregente con su
padre al final del reinado de este y le sucedió en 1462, continuando tenazmente
la política unificadora de sus predecesores.
Sin
embargo, era muy cauto, rozando la timidez propia de muchos de los príncipes de
la casa de Rúrik. Evitaba en lo posible los enfrentamientos violentos con sus
vecinos excepto cuando las circunstancias le eran excepcionalmente favorables,
prefiriendo siempre conseguir sus objetivos de forma gradual e indirectamente. Moscovia
se convirtió en este tiempo en un fuerte y poderoso estado, mientras que sus
rivales se habían debilitado, una situación muy favorable para la consecución
de los fines políticos de un estadista del peculiar carácter de Iván III.
Su
primera empresa fue la guerra contra la República de Nóvgorod, que, alarmada
ante la creciente dominación de Moscovia, se puso bajo la protección de Casimiro
IV, rey de Polonia, una alianza que Moscú interpretó como una apostasía de la ortodoxia.
Aunque hubiese podido utilizar cualquier otro pretexto, la religión parecía el
mejor, así que Iván inició la guerra contra Nóvgorod en 1470, y tras las dos
derrotas infligidas por sus generales a las tropas de la república en Shelona y
en el Dviná durante el verano de 1471, Nóvgorod se vio forzada a pactar una paz
por la que abandonaba para siempre su alianza con Polonia, cedía una
considerable porción de sus colonias en el norte y pagaba una indemnización de
quince mil quinientos rublos.
Tras
ello, Iván buscó continuamente un pretexto para apoderarse de Nóvgorod
totalmente, pero, aunque violó con frecuencia sus antiguos privilegios en
materias de pequeña importancia, la actitud de la república era tan cuidadosa
que la oportunidad no se dio hasta 1477. En ese año los embajadores de la
república, por su cuenta y riesgo, se dirigieron a él en audiencia pública como
gosudar (soberano) en vez de gospodín (señor), como era habitual.
Iván interpretó esto como un reconocimiento de su soberanía, y cuando Nóvgorod
desdijo a sus embajadores, marchó contra la ciudad. Abandonada por Casimiro IV
y rodeada por las tropas moscovitas, que incluían un contingente tártaro, la república
reconoció a Iván como autócrata, y entregó el 14 de enero de 1478 todas sus
prerrogativas y posesiones (incluyendo el conjunto de territorios que se
extendía desde la Rusia norteña de Laponia a los Urales).
Las
rebeliones que siguieron (1479-1488) fueron castigadas trasladando en masa a
las familias más ricas y más antiguas de Nóvgorod a Moscú, a Vyatka y a otras
ciudades rusas centrales. Después de esto Nóvgorod dejó de existir como Estado
independiente. La república rival de Pskov debió la continuación de su propia
existencia política a la ayuda que le prestó a Iván contra su antigua enemiga.
Los otros principados fueron absorbidos virtualmente, por conquista, compra o
unión: Yaroslavl en 1463, Rostov en 1474, Tver en 1485 y Vyatka en 1489.
Iván
se negó a compartir sus conquistas con sus hermanos; su intromisión en la
política interna de los principados regidos por estos originó varias guerras,
de las cuales salió victorioso, a pesar de tener que enfrentarse también con Lituania
—que sostuvo a sus hermanos—. Finalmente, la nueva ley de gobierno de Iván,
dispuesta formalmente en su última voluntad, establecía que todos los dominios
de sus parientes, después de sus muertes, debían pasar directamente al gran
príncipe reinante en vez de a los herederos de los príncipes, como había
sucedido hasta entonces: así puso fin a la semiindependencia de los
principados.
Iván III puso fin a la relación de vasallaje que el Gran Ducado de
Moscovia mantenía con la Horda de Oro. En 1480 Iván rechazó pagar el tributo
acostumbrado al gran kan Ahmed. Sin embargo, cuando este marchó contra él, su
determinación comenzó a fallar, y solamente las severas exhortaciones del
obispo de Rostov, Vasián, lo indujeron a presentar batalla. Durante todo el
otoño, las huestes rusas y tártaras se enfrentaron en los lados opuestos del río
Ugrá en lo que se denomina la «gran enfrentamiento del río Ugrá», hasta el 11
de noviembre, cuando Ahmed se retiró a la estepa.
El año siguiente, el gran kan, que se encontraba preparando una segunda
expedición contra Moscú, fue atacado y asesinado por Ivaq, kan de la Horda de
Nogái, con lo cual la Horda de Oro se disolvió. En 1487 Iván redujo el Kanato
de Kazán, uno de los sucesores de la Horda, a la condición de vasallo, aunque
en sus últimos años perdió su dominio sobre él. Con las otras fuerzas
musulmanas (el kan de Crimea y los sultanes del Imperio otomano), las
relaciones eran pacíficas e incluso amistosas. El kan de Crimea, Meñli I Giray,
le ayudó contra el Gran Ducado de Lituania y facilitó las relaciones
diplomáticas entre Moscú y Estambul, a donde acudió la primera embajada rusa en
1495.
En cuanto a la política nórdica, Iván III concluyó una alianza ofensiva
con Hans de Dinamarca y mantuvo una correspondencia regular con el emperador Maximiliano
I, que lo llamó “hermano”. Construyó una ciudadela en Ingria (renombrada Ivángorod),
que fue muy útil en la guerra contra Suecia, a la que había precedido la
detención por parte de Iván de los comerciantes de la Liga Hanseática que
negociaban en Nóvgorod.
La muerte de Casimiro IV en 1492, a la que siguió la repartición de Polonia
y Lituania entre sus herederos, facilitó la expansión de los dominios
moscovitas. El trono de Lituania fue ocupado por su hijo Aleksandr, príncipe
débil y apático, tan incapaz de defender sus posesiones contra los ataques
persistentes de los moscovitas que procuró evitarlos mediante un acuerdo
matrimonial, desposando a Elena, hija de Iván. Pero la porfía de Iván en
apropiarse del territorio a cualquier precio obligó a Aleksandr en 1499 a tomar
partido contra su suegro. Los lituanos resultaron vencidos en Vedrosha (el 14
de julio de 1500) y en 1503 Aleksandr se avino a firmar la paz a cambio de
ceder a Iván Chernígov, Starodub, Nóvgorod-Síverski y dieciséis ciudades más.
El
carácter del gobierno de Moscovia bajo Iván III cambió profundamente y adquirió
una forma autocrática que no había tenido nunca antes. Esto era debido no
simplemente a la consecuencia natural de la hegemonía de Moscú sobre las otras
tierras rusas, sino al crecimiento simultáneo de los nuevos y exóticos
principios que aparecen en un terreno abonado para ellos. Después de la caída
de Constantinopla, los patriarcas ortodoxos se inclinaron a considerar a los
grandes Duques de Moscovia como los sucesores de los emperadores bizantinos.
Este
movimiento coincidió con un cambio en las circunstancias de la familia de Iván
III. Después de la muerte de su primera esposa, María de Tver (1467), siguiendo
la sugerencia de papa Paulo II (1469), que esperaba de tal modo atar Rusia a la
Santa Sede, Iván III desposó a Sofía Paleóloga (también conocida bajo su nombre
griego y ortodoxo original de Zoe), hija de Tomás Paleólogo, el déspota
de Morea, que demandó el trono de Constantinopla como hermano de Constantino XI,
anterior emperador de Bizancio. Frustrando las esperanzas del papa de unificar
la fe, la princesa se convirtió a la ortodoxia. Debido a sus tradiciones de
familia, despertó ideas imperiales en la mente de su esposo. Era tal su
influencia que la etiqueta ceremoniosa de Constantinopla (junto con el águila
bicéfala imperial y su implicación) fue adoptada por la corte de Moscú.
El
gran duque en adelante mantuvo a distancia de sus boyardos. Los viejos sistemas
del gobierno patriarcal desaparecieron. Los boyardos no fueron consultados más
sobre asuntos del estado. El soberano se convirtió en sacrosanto, mientras que
los boyardos fueron reducidos al nivel de los siervos absolutamente dependientes
de la voluntad del soberano. Los boyardos naturalmente resentidos promovieron
una revolución, al principio con un cierto éxito. Pero la segunda esposa de
Iván prevaleció, siendo su hijo Vasili, y no el hijo de María de Tver, Iván, el
que fue nombrado corregente con su padre (el 14 de abril de 1502).
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